sábado, 12 de mayo de 2012

No me creo que seas cero.

No me creo que seas cero y que no hagas absolutamente nada en mi vida, que no impliques nada. Si no implicas nada, ¿por qué entonces tengo que implicar yo algo para ti? No tiene sentido. Si no sirves para nada, no tiene sentido que les diga a otros que mereces la pena. Yo me creo que pones personas en mi camino, me lo creo a muerte. Me creo que actúas, que me pones arco iris cuando más lo necesito. Que me llevas en brazos cuando yo ya no puedo más. Que me ayudas a crecer cada día y me das paz. Si eres cero, ¿para qué rezamos? ¿Son palabras huecas?

No puedes ser cero. Tampoco eres aspirina. Y la vida es dura, muy dura. Pero todo tiene un por qué.