lunes, 30 de julio de 2012

124.

Que la obligación duerma sola por una vez. Quédate conmigo esta noche.

                                       (Festín de Cuervos)

domingo, 29 de julio de 2012

PradoLuengo.

No ha sido luengo, sino bastante corto este tiempo. Catorce días exactos fuera de casa. Catorce días de cargar pesos, de montar baldas, de pensar en rutas, de meternos por caminos estrechos, de cenar a la luz de la linterna, de dormir en saco, de estar sucio, de lavarse poco los dientes, de amaneceres de cielos azules, de aceptar responsabilidades, de conocer gente, de descubrir personas, de crecer como persona, de subir montañas, de bajarlas, de sonrisas, de achuchones, de limpiar platos, de escuchar canciones, de rasgueos de guitarra, de tomar decisiones, de recuperarme y resucitar, de conocer gente con luz, de dejar de dormir, de volver a soñar, de bailar, de lluvia y tormentas eléctricas.

De vivir. 

Mis amigos dicen que si un campamento me replantea la vida qué no hará el Tíbet. No es el campamento. Solo las personas. No quiero dejar de sentirme así nunca. No quiero que esto desaparezca. 

Gracias. Y muchas.

viernes, 6 de julio de 2012

123.

Me gustan los chicos que, al principio, sonríen poco.

martes, 3 de julio de 2012

122.

Alguien me contaba una vez que nombrar a alguien, llamarlo por su nombre, significa crear un lazo con esa persona. No le das la suficiente importancia a alguien hasta que no lo llamas por su nombre. Con el paso del tiempo, esos nombres se acortan. A mí se me quedará eternamente el Sofi, y estoy tan acostumbrada a esa pérdida de la a que nunca la echo de menos. 

Pero lo más bonito de cuando entablo una relación con alguien, es esa fase en la que todavía no ha aparecido la ocurrencia de llamarme Sofi. Y es entonces, cuando empieza a haber complicidad, cuando sí aparece en su boca mi nombre entero. Sofía. Lo juro y lo perjuro. Adoro que me llamen por mi nombre entero. Adoro mi nombre cuando se pronuncia de manera entera. Al 100%.

lunes, 2 de julio de 2012

121.

Siempre parece que cuando haces un voluntariado, lo das todo, y que cuando haces un trabajo, te limitas a hacer el mínimo que te piden y ya está. Eso era lo que yo pensaba. Desde que me pagan por hacer lo que hago de voluntaria, ha cambiado mi visión. También es verdad que los que estamos allí trabajando hacemos eso de gratis durante todo el año, y es vocación pura y dura. También es verdad que durante todo el año como voluntaria he estado haciendo los mínimos, sin implicarme. Y es gracioso que aquí me deje la piel. Tal vez tenga que ver con que por primera vez trabajo mano a mano con chicos jóvenes, de mi edad. Tal vez sea eso.

He vuelto a creer en eso de ser monitor de tiempo libre.