lunes, 25 de octubre de 2010

De cómo encontrarse con alguien extraordinario.

Cuando dos personas extraordinarias se encuentran, algo cambia. Que dos personas extraordinarias se encuentren tiene su aquel, no te creas. Cuando una persona extraordinaria se encuentra con otra, ambas se saben sus nombres, porque ya ha habido gente en su vida que les ha hablado de lo extraordinaria que es la otra persona. Fulanito, ¿no lo conoces? Es genial. Menganita, la tienes que conocer, qué maja. Parece que hasta sus nombres hablan de ellos, es como un runrun. Si no entiendes esto, no te preocupes, tal vez tú no eres de esta clase de personas extraordinarias.

Así que de tanto oír hablar de lo extraordinaria que es la otra persona, a ambas les entra la curiosidad por conocer a la otra. 


Y cuando se conocen, todo cambia. Se observan, sin dirigirse aún la palabra, quizá sorprendidos por el aspecto del otro. Es importante sobretodo en el primer cruce de miradas, obviamente, extraordinario. Incluso puede que uno de ellos aparte la mirada para que el otro no se dé cuenta de que le observaba. 

Pero ah, ha sucedido el milagro y no hay vuelta atrás. Sus ojos, sus almas, ya se han visto. Y sin que puedan evitarlo, 
casi en silencio, 
se crea

un lazo entre ambos.



Y es que las personas extraordinarias, irremediablemente, se atraen.

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