Es muy tentador, cuando cumplimos años, pensar en todo lo que dejamos atrás. En toda esa gente que el año anterior estaba con nosotros y este año no. En cómo estaba nuestra realidad el año pasado y en cómo está en el presente. En todo eso que hemos vivido y sentido durante todo este año, hasta llegar, una vez más, a darnos cuenta de que somos un poco más mayores.
A mí no me importa. No tengo crisis de los veinte, ni de cambio de década. Cuando era pequeña, eso de llegar a esta edad me parecía imposible. Soy superfeliz de poder decir que tengo veinte años, que sigo viva, que esto merece la pena y que la vida me sigue sorprendiendo. También soy superfeliz porque ayer en la celebración estaban mis amigos, estaba mi familiamigos y estaba mi familia. Estuvo toda la gente importante, incluso los que estaban lejos llamaron por teléfono.
Se me llenaban los ojos de nostalgia, porque me habría gustado cumplir un año menos, para no tener que saber las cosas complicadas que hay ahora en mi vida. Pero la nostalgia se marchó enseguida.
Lo mejor de este último año ha sido descubrir a personas que creen en mí y que me quieren un montón, aunque a veces me pregunto por qué. Ayer les agradecía profundamente que encendieran los mecheros cuando las luces se apagaron a las 00:00 para escuchar a Melendi en concierto y que me cantaran cumpleaños feliz. Agradecía los Felicidades al oído, los abrazos, los tirones de orejas, las llamadas de teléfono aunque casi no oía a la persona que me llamaba, los regalitos, los chivatazos de "Es su cumple".
Una de las cosas por las que me habéis salvado es por lo querida que me hacéis sentir.
GRACIAS. Espero teneros a mi lado muchísimos años más.
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