Cualquier día me voy a morir de miedo, de miedo por no poder encajar en la vida de nadie. Porque por una vez, sentía que podía encajar en la tuya, pero el hueco estaba preparada para otra, al menos de momento. Hoy he sido sincera contigo, me alegro mucho por ti y por vosotros. Ojalá, antes de poder proclamarlo a todo el mundo, pueda contarte a ti lo que fuiste para mí. Que, gracias a ti, pude vivir una oscuridad y salir de ella. Las consecuencias de ti fueron mi resurrección, aunque me duela no haber podido ser parte de tu vida.
Hace tiempo que he aceptado una realidad aquí sobre encajar o no. Lo peor que me podría pasar esta Semana Santa es saber que no entro en otros planes. Entonces sí que me moriría, y mucho más que de miedo. Me moriría de angustia. Me moriría de pena.
Y esta vez, Juan Daniel, no sé si habría alguien ahí para resucitarme.
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