Yo bajaba tan tranquilamente para donde siempre quedo con mi cuadrilla. Segundo día de fiestas. Era sábado. Me crucé con un chico de rastas de mi primer Camino de Santiago. Pocas veces cruzamos palabra, él por lo tímido, yo por no saber si habrá contestación. Pero aquel día sí me saludó y me dijo que los madrileños estaban en la plaza donde siempre quedo con mi cuadrilla. Los madrileños del Camino. Eché a correr para allí y me acuerdo que como no sabía a quién abrazar primero les abracé a todos a la vez. A todos menos a uno, que se quedó forever alone en el banco sentado.
Iban a cenar ahí al lado. Yo les estaba contando que eran las fiestas del pueblo, aunque no se me notaba, porque no llevaba la falda de arrantzal. Solo el pañuelo en la muñeca en vez de en el cuello, jope, que esto es el norte pero hacía calor. Y fue gracias al pañuelo.
Oye, ¿ese pañuelo es de fallas?
Lo que más aprecio de una persona es su capacidad de sorprenderme, y tú lo hiciste desde el principio. Eres genial, ¿te lo había dicho alguna vez?
Feliz cumpleaños solete :)