Levantarte por la mañana, ir caminando al metro y acordarte de una persona en concreto. Reirte por dentro al pensar en ella, que se te escape la risa por fuera, te miran, tal vez piensen que estás loca pero da igual.
Que esa persona doce horas más tarde te tire del gorro del abrigo y te dedique su gran sonrisa, no tiene precio.
Sara,
más
pequeña
pero
infinitamente
más
grande.
:)
ResponderEliminarEsa y muchas más cosas que no tienen precio hace la vida más bonita :D