Me despierto a las 9. Llueve, así que mando un par de mensajes para confirmar que no nos vamos a ir con los chavales y me vuelvo a la cama, calentita, entre las sábanas... Y entonces llama Txentxo. Sus palabras han sido poco más de Venga, Sofi, se han ido. Levántate que nos vamos en coche hasta allí. Unas risas, un café, un ratito de camino mirando el mar con Iñigo y Goiz y nos encontramos con los chavales.
Y empezamos a andar. Y como siempre que caminamos, a Txen se le ocurre una gran idea
Vamos a jugar un furor.
Le miro, pero él ya me está mirando, con el brillo en los ojos de quien se está acordando de algo grande, de algo grande y de algo largo, muy largo, ¡cuatro horas de furor!
Nos echamos a reír.
¿Sabes, Sofi?
Es,
probablemente,
el mejor momento
que recuerdo del Camino.
De ese momento, yo recuerdo que no me pesaba la mochila :)
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