Cuando no sabía lo que te traías entre manos y me quedaban trescientos sesenta y cinco días - doce meses - por delante para darlo todo y luchar porque fueras memorable.
Hoy, lo eres. Por lo bueno y por lo malo. Has sido lo que prometiste, un regalo. No te puedo poner un 10, porque entonces mis esperanzas de que haya un año mejor serían nulas. Te puntúo con un sobresaliente alto, que no es lo mismo que perfecto ni que mejorable.
Así que puedes irte, con orgullo, al cajón de los recuerdos. Te lo has merecido.
(¿Sabes lo mejor de todo, 2010? Que, a pesar de que esto suena a despedida, sé que hasta el minuto cincuenta y nueve de la hora veintitrés del treinta y uno de diciembre... no vas a dejar de sorprenderme).
Es que el 2010 se ha propuesto ser un año memorable ^^
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